De cada virtud de esta serie se podría hacer un seminario, un foro, de las referencias literarias, filosóficas, de los logros técnicos, actorales (se hace complicado pensar este producto sin Matthew McConaughey) de la música, del guión (que fue escrito íntegramente por su autor, Nic Pizzolatto) de la estructura narrativa, de la edición, de la fotografía etc. Yo me atrevo a desvariar desde una perspectiva de análisis que vincula el desarrollo de la historia como la efectuación de un duelo, el duelo de Rust Cohle.
La serie comienza como toda historia de
detectives, con un asesinato y el proceso de investigación. Lo interesante de
TRUE DETECTIVE es que a medida que la historia progresa, la investigación del
crimen puede permanecer en segundo plano mientras va cobrando protagonismo la
vida de los dos protagonistas. Marty representa al sentido común más pragmático
que pueda esgrimir un tipo medio, policía e investigador americano, Rusth al pensamiento crítico, por llamarlo de algún modo como reverso del sentido común. Son dos maneras de pararse
ante la vida, dos modos de ver y entender eso que ilusoriamente se denomina
realidad.
Desde el comienzo Rust anuncia que esta de
duelo, el día del crimen del que le encomiendan la investigación coincide con el
cumpleaños de su única hija fallecida a los 2 años. La posición de éste, una mirada escéptica y oscura sobre la naturaleza humana, (valga el oxímoron) no se
modificará a lo largo de toda la historia hasta esa especie de epifanía final, ¿subjetivación
de la pérdida? La perspectiva de Rust interpela todo el tiempo a su compañero de investigación
el pragmático y terco Marty Hart (interpretado de manera magistral por Woody
Harrelson) y a todo aquello que representa el discurso normalizador del sentido
común. Todo aquello que sale de la norma esperable en ese contexto rural
cristiano, es visto como sospechoso, mucho más que la desaparición y crímenes de
niños y jóvenes prostitutas. Marty es el prototipo del esposo burgués,
creyente, buen tipo, recto e incapaz de cuestionar nada más allá de lo que da
su nariz, o su pene.
Enfrentados a la zona más oscura de lo humano
estos dos detectives mantienen algunos diálogos que son verdaderas perlas para
lo que se acostumbra o espera en esta clase de formatos. Hay una escena notable
en la carpa de uno de los tantos grupos religiosos que pululan los escenarios
de Luisiana en donde pareciera que solo
hay lagunas, prostíbulos e iglesias, siempre en tonos grises de smog
industrial, debajo de esa carpa un predicador da su sermón para un grupo de fieles, los detectives observan y discuten sobre lo que están presenciando, es decir,
sobre la existencia de dios, el coeficiente intelectual de los devotos, la construcción de sentido, etc.
Durante el
desarrollo de la historia, sabemos poco acerca de la situación o el contexto en que Ruth pierde su hija, solo la menciona un par de veces, y tenemos varias situaciones donde
lo vemos marcado por esa muerte que no puede dejar ir. La pérdida de esa parte
de sí. Cuando es invitado a cenar a la casa de su colega, llega borracho, no
pudo enfrentar la situación de confrontarse justo ese día a una familia con sus
hijas sentadas en la mesa fliar.
Rust parece desexualizado, varias veces se le
marca esta ¿carencia? Su compañero le dice que le vendría bien una flia, una
mujer, tener sexo, etc la mujer de éste le presenta mujeres. Nada. Rust parece
no poder salir de su obsesión con esas muertes, miró todas las fotos de cadáveres
que pudo, que tuvo acceso en ¨su¨ investigación, la investigación que él
llevará adelante arrastrando en esa tarea a Marty y su declive en el que
finalmente encontrará algo de sí, lo que parece una pérdida en su lógica, en la lógica de Marty, resultó ser la forma de ocuparse de sí que encontró, no sin pérdidas claro. En este trayecto de su vida podría pensarse que
Rust funcionó como su analista.
¨...En la experiencia de duelo, la ¨realidad¨ ya no
le sirve de pantalla a algo real...¨(1) Es posible pensar (como alegoría*) que
al estar de duelo, Rust puede seguir las pistas del caso más allá de lo que la pantalla
de la realidad construida con los signos que esa cultura impone, es decir, no
hay pruebas contundentes en ningún lado de las hipótesis de Rust, solo parecen
estar en su cabeza a modo de un paranoico, a tal punto que en un momento hasta
su compañero, Marty duda. Las autoridades policíales le exigen a Ruth cuerpos, cadáveres,
vinculación de acontecimientos,etc. éstas pruebas no están a la vista, no hay pruebas de realidad de ese
discurso para el sentido común. A todos les conviene comprobar que Rust está
loco, que es peligroso, que desvaría, esta descuidado, oculta información, bebe
mucho, todo ese sistema necesita de la locura de Rust, para no ser interpelado al modo que lo fue Marty.
Notable
historia que interpela la lógica del sentido común. Desde ya que no puede
hacerse ningún análisis riguroso salvo la de los críticos del rubro, que los hay,
muchos e interesantes, lo que señalo aquí son solo algunos aspectos que pueden
pensarse para ilustrar, o acompañar algunas lecturas. Solo eso. A todas las virtudes señaladas, hay que subrayar la brevedad. 8 capítulos. Y hablando de duelo, el
final de la serie es un duelo realizado que nos convoca a realizar el nuestro como espectadores y no seguir esperando una y otra vez la repetición de casi lo mismo alimentando la infantilización del adulto.
Ya se anunció que la segunda temporada será con otra historia,
con otros protagonistas. Ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces breve.
Notas
1)
Jean Allouch. Erótica del Duelo en Tiempos de la Muerte Seca. Pág. 74. Ed.
Cuenco de Plata
(*) En rigor de verdad
todo análisis funcionaría como alegorías de otras lecturas, no es posible pensar que el
escritor usó estas variables en la construcción del argumento. Salvo que nos
posicionemos como psicoanalistas creyentes en La verdad universal
freudolacaniana postulada por tantas iglesias del rubro.