martes, 14 de febrero de 2012

Amor y Mercado.




En su famosa formulaciónde los cuatro discursos, Lacan hace un desarrollo interesantísimo sobre la exclusión del amor de la lógica del discurso capitalista, es decir, en un momento de su enseñanza intenta dar forma a lo que sería el quinto discurso,pero no llega a plantearlo como tal, ya que estructuralmente no cumple las condiciones para ser un discurso. De todos modos, Lacan lo teorizó como una versión del discurso del Amo y es posible leer sus efectos en la sociedad actual.
Ahora bien, la paradoja es que a través de inventos de consumo como el día de ¿¡San Valentín?!, ¡¿el día de los enamorados!? El discurso capitalista fagocita la experiencia amorosa, que surge en la sociedad como una piedra en el zapato transformándola en lógica mercantil como lo hace con todo aquello que amenace o no entre en el marco de la lógica circular del consumo. Hay muy pocas experiencias irracionales que interpelen tanto al discurso del Amo como el amor. Lo que sucede en la intimidad de los enamorados es un asunto enigmático que escapa la racionalidad utilitaria del sentido. ¿Por qué seguís con él/ella? ¿De qué te sirve esa relación? ¿Qué hace este/a con esta/e? ¡Perdí el tiempo con esa relación! ¿No ves que te hace daño? ¿Otra vez con esa/e? Ya sabemos, es más fácil que un pez se enamore de una bicicleta que la armonía pensada como complemento en la cuestión amorosa.
En el discurso capitalista las imágenes de la felicidad amorosa vienen pre-diseñadas, las formas de la conquista, la reconciliación y sobre todo, el arreglo de aquello que no funciona, siempre hay terapeutas dispuestos a hacer encajar lo que no anda, (indispensable ver el film, si la cosa funciona, de Woody Allen)(*) a suturar lo imposible, siempre se puede, solo hay que buscar la forma que nos ofrece el mercado, un regalo, una cena, un terapeuta, un viaje, un consejero espiritual, si espiritual, ¿o acaso no vincularon el día de los enamorados un santo?.
Lo importante es que la rueda siga girando sin que interpele nuestro sentido, nuestro marco de la existencia, que todos se enamoren pero dentro de lo permitido, dentro de la armonía pastoral, dentro del disciplinamiento que imponen las imágenes identificatorias de consumo amoroso. Nada de esto sería moralmente cuestionable, pero sucede que tiene consecuencias y se paga. Se paga el precio de no sentirse “amado” del modo que corresponde, se paga también si una relación no funciona, enseguida el amado/amante en desgracia será derivado hacia “alguien” que los ayude. Los modos aceptables del amor funcionan como un imperativo categórico, si así no sucede, dios y el mercado se lo demandan.


(*) Notable película donde se ve como cada quién se las arregla con este asunto.

jueves, 9 de febrero de 2012

CONTRA LA NOSTALGIA







Se fue un artista casi único en el mundo del rock o la música popular, único no solo por sus condiciones artísticas que no hay ninguna necesidad de explicarlas, me refiero a la posición de vanguardia que nunca abandonó.


Nunca defraudaba en sus presentaciones porque siempre tocaba lo nuevo, lo último editado primero, casi todo, aún lo que no estaba editado, hay muchísimos temas que solo fueron escuchados en vivo, pero siempre lo nuevo, por eso y por múltiples otros motivos tuvo enormes problemas con las compañías discográficas, por eso entre otras cosas, Spinetta es un Long Sellers, no vende de manera explosiva con campañas de saturación mediática, vende muy poquito, para las cifras que el mercado discográfico actual necesita, pero siempre, en el tiempo. Es como los clásicos en la literatura, venden de a poco, pero siempre. Eso genera un público fiel, porque a diferencias de otros músicos o grupos (todavía escribo grupos no banda), escuchar a Spinetta implica un trabajo, un esfuerzo, el artista exige al oyente, puede ser popular pero no masivo en las condiciones actuales del mercado, o nunca, por la sencilla razón que la complejidad implica una exigencia intelectual.


Spinetta siempre priorizó su música a la vida privada como material de consumo. Siempre dio notas en medios específicos, medios dedicados a la cultura. Rara vez, como cuando firmó un contrato con una discográfica que le exigía salir de gira en los medios promocionando el hit Seguir Viviendo Sin Tu Amor, cosa de la que luego se avergonzó, aunque ya se le había notado demasiado. Por eso dolió tanto lo de la editorial perfil, el justificativo de personaje público no era el más adecuado en este caso. Reglas del mercado. Reglas para las que fue un cisne negro.

Una vez en un recital en el día de su cumpleaños toco solo con su guitarra en un teatro pequeño de Carlos Paz o la falda no recuerdo bien, había no mas de 100 personas, estuvo tres horas tocando y hablando con la gente, contando en muchos casos como había compuesto algunas canciones, ese fue uno de los momentos que empecé a disfrutar de otro modo su música, yo era adolescente y hasta ese momento escuchaba tratando de comprender y esas cosas que hacen los chicos con las letras de sus músicos que no comprenden. Ahí recién caí que no había nada que comprender, que la poesía no era eso, y que en casi toda la obra de Spinetta la letra es parte de la canción, como un arpegio, como una nota cantada de determinada manera, como un tono especial, a veces se la puede leer sin música y otras no.

Cuando explicó de donde venía La herida de París, y Amarilla Flor, en ese momento inédita, me acababa de abrir una puerta en la cabeza. Hay que dejarse de joder con la comprensión, ahí empezaba para mí la apertura a la poesía. Otra cosa que le debo. No me gusta mucho la poesía de él, su lirismo no me afecta demasiado, disfruto más la música, yo percibo frases como acordes, como su voz, los tonos, ciertos versos. He leído guitarra negra varias veces, no hay caso. Pongo su música.

Spinetta es un puente y un abridor de cabeza, al menos era su intención, aunque los denominados fans a los que tanto combatió no lo entendieran. Siempre se quejó de los fans, eso implicaba fanatismo, no quería eso, quería que lo escucharan. Fue el artista que me llevó a Antonin Artaud, a Baudelaire, Foucault, y a al jazz. Una vez dijo Abelardo Castillo que él recomienda siempre un método para leer, que es seguir lo que los autores que él admira leen, bueno así empecé sin saber con Spinetta en la adolescencia, y ese movimiento por suerte no se detiene, en ese camino construimos nuestra experiencia cultural y artística, nos hacemos de nuestras herramientas en la medida que desafiemos a los dioses y descartemos los que no nos gusta a pesar del peso del ideal.

Spinetta entró a la categoría de genio paradójicamente como lo han hecho otros en el firmamento artístico nacional, siendo poco escuchado y muy citado. Por eso ahora por un tiempo nos vamos a empachar escuchando canciones y reportajes en los medios, esos medios que, salvo honrosas excepciones como siempre, lo ignoraron porque no era un artista masivo y lo que es peor aún, no era adepto a la nostalgia, a la demagogia de insistir con los “clásicos” de otro tiempo. Esa vez en ese recital íntimo que mencioné, en un momento se calentó y dijo, ¡paren un poco che, en la época de Almendra Invisible y Pescado también me pedían temas viejos! Esa es una dimensión ética, siempre lo nuevo, siempre adelante, por eso también hoy existen una lista enorme de temas que son “clásicos”.

Otro dato, cada vez que tocaba un tema viejo, siempre lo hacía reversionado, es decir, era nuevo. Siempre trabajó, nunca se robó el dinero de las entradas tocando de taquito los clásicos con el verso, “las canciones son de la gente”. No. Trabajó siempre, siempre el precio de la entrada estuvo justificado, porque siempre fue para adelante, siempre a la vanguardia, otro ejemplo en la era de la nostalgia.

Alguien esta de duelo cuando pierde parte de sí. Por estas horas hay generaciones iniciando este duelo. Ojalá toda la vida tenga su música.