miércoles, 14 de septiembre de 2016

La ficción tiene estructura de realidad


Crónica de la presentación de El Águila ha llegado de Bob Chow. Feria del libro. Cba. 2016



La tarde amenazaba con vientos fuertes y posibles lluvias con caída de granizo, es decir, se complicaba el viaje a Cba a presenciar la presentación de la última novela de Bob Chow  en la feria del libro de Cba. Finalmente como en la primera línea de la novela El Águila ha llegado; “el sol ahuyenta la niebla de la mañana” en este caso se ahuyentaban los nubarrones.

Sobre la hora llego al cabildo a la sala 3 de la planta alta donde me encuentro con un grupo de cuatro expositores con sus respectivos libros, pero lo primero que escucho es alguna referencia a Heidegger etc, no es acá seguro. Al lado en una sala más pequeña, dos o tres personas se están acomodando, veo a alguien que dispone los libros sobre una mesa, son los dos editados por  editorial Nudista de Bob Chow. Listo, llegué a tiempo.

Abajo, en el patio central del cabildo, centenares de personas escuchaban a alguien que creo se trataba de Atilio Borón. Me estaba perdiendo algo importante, de todos modos mi destino era escuchar, si es que algo tenía para decir sobre el proceso creativo, al esquivo Bob Chow.

Ya somos 15 en la sala. Los responsables de la editorial anuncian el comienzo con un video, el booktrailer de la novela, con la música que viene editada en un cd con el libro, pero el autor todavía no aparece y nada se dice de él. De pronto, se abre la puerta y el Águila ha llegado, hace su ingreso Bob Chow, aplausos. Luego el protocolo de rigor y de entrada algo es diferente a las clásicas presentaciones de libros, el autor no responde inmediatamente a la pregunta del coordinador de la mesa sino que hace partícipe al público sobre la cuestión del tiempo que lleva escribir una novela, la cosa toma derivaciones interesantes.

A las primeas tres o cuatro preguntas Bob Chow responde sin ninguna certidumbre, salvo a la que se refiere a su supuesto nombre, dice que sí va a responder a eso, se llama Aivars Holms, y da alguna regla nemotécnica al respecto.

La primera idea que transmite el autor del Águila ha llegado es que descree de la idea del autor solitario, de aquel que se va a una cabaña a escribir, del que se abstrae para el acto creativo, un poco a lo Foucault, Chow habla de la creación colectiva, por eso participa al público para poder pensar en vivo entre todos, dice que siempre es “entre” personas, situaciones etc. que sucede el acto creativo. El auditorio se relaja y va surgiendo cada vez con más claridad los fantasmas del autor (no solo en el registro lacaniano sino como espectros, esta aclaración es del propio escritor, ya que es psicólogo y leyó a Lacan como se nota en sus tres novelas que se pueden leer hoy). Cuenta cómo nace la idea de pensar una historia en torno del estado de coma de Gustavo Ceramic, uno de los protagonistas de la novela.




Chow va respondiendo de a poco a la primera pregunta del coordinador, en verdad se ocupará durante la breve y contundente exposición de responder sobre el acto creativo. Al principio se escucha entre el público la clásica risa nerviosa que no se sabe si es por incomodidad, o  porque perciben algo gracioso en lo que acaban de escuchar. Pienso;  por más intelectual que sea el público que difícil es escapar a esa costumbre de reírse de lo extraño, o dicho de otro modo, ¿por qué se toma a la risa todo aquello que los sorprende? que interpela el sentido, el sentido esperado. Hipótesis; si no escuchan o ven algo que esperan, se desacomodan. No toman a la letra lo que está sucediendo. No escuchan, están atentos a sus propios fantasmas.  

Bob Chow no es extraño. Resulta extraño en el pequeño universo narcisista de los escritores, en el mundo de las poses. El mundillo artístico es un lugar donde posar de raro es habitual, Bob Chow tiene una lucidez que ilumina lo más oscuro de la ficción que él se encarga de señalar que eso es la realidad. Si, así como lo sentencia Lacan, la verdad tiene estructura de ficción. La verdad singular. En sus novelas no hay nada delirante, las situaciones por las que atraviesan los protagonistas son creíbles por extrañas que parezcan, increíbles son las situaciones cotidianas donde pone la mirada el autor para novelar. Escribe sobre ese borde delirante de la realidad, ese marco que sostiene el sentido que está pegado con saliva. Eso se lee.     

Con respecto al reciente premio ganado en el concurso de la editorial La Bestia Equilatera dijo; eso fue hecho para ganar, fue un programa establecido, diseñado. Dijo algo así como que evitó abordar un par de temas tabúes como los extraterrestres y las drogas para garantizar cierta chance. Y bueno, ganó, está muy bien ganar, para eso se concursa y está muy bien el dinero dijo.

Casi cerrando la presentación, se pregunta ¿Qué es lo que va a hacer ahora? Se hará el loco o se venderá al mercado para ganar dinero. Dice que no sabe. Como no sabe bien quién es, como no sabe el mercado (el Otro), que quiere de él. Al igual que todos nosotros, ese relato, ese cuento de quienes somos, que es lo que queremos, como trabajamos, hacia donde vamos, etc. Eso es ficción afirma. Y, pienso yo, una ficción con más estructura delirante que cualquier novela, porque creer saber qué somos y qué queremos y más aún, saber que será de nuestro futuro, eso sí es ficción en términos rigurosos.  

A medida que transcurre la charla, los mitos se desvanecen, la apología sobre los extraterrestres, los delirios en estados alterados, etc. En la magnífica novela La Máquina de rezar, no se lee una sola línea que no sea rigurosamente creíble y teóricamente sostenible,  lo que en una primera vista es delirio, solo es pura realidad, es decir, en términos de Chow/Lacan ficción. 

Termina la ceremonia. El tipo saluda, agradece, firma libros de un modo amable, correcto y agradecido. Yo regreso escuchando el cd de la novela en el auto bajo un cielo extraño, finalmente no vino la tormenta anunciada, y me quedo pensando en la suerte que tuve de haber coincidido en ser contemporáneo a Borges, Saer, Maradona, Messi, Carlos Busquet y Bob Chow.