Hace 20 años, un día como hoy ya estaba legalmente en condiciones de
ejercer esta profesión que me tiene contrariado desde siempre. He intentado
abandonarla varias veces, pero paradójicamente siempre ejerciéndola de manera
ininterrumpida, siempre fue el modo de ganarme la vida.
Somos lo que hacemos,
en acto, sin reflexión, eso somos, no lo que decimos que somos. Y se ve que en
este tiempo una gran parte de mi vida he venido siendo psicólogo, pero solo en
el momento del ejercicio de la práctica, no por una postura snob o ética, sino porque
materialmente no se puede ejercer la profesión fuera del contexto transferencial. En términos de identidad nadie ¨es¨ su profesión (o la práctica que
realice para ganarse la vida) las 24 hs, mas precisamente, no hay identidad concluida, fija, algo esencial en el ¨fondo¨, no hay
una esencia de nada en lo humano, menos
aún habrá identidad dada por una práctica profesional.
Ya me estoy rindiendo de a poco a
la ardua tarea de explicar eso cada vez que la inefable sanción del otro te
interpela; ¨Che, vos que sos psicólogo¨
¿Por qué la luna se ve más grande en algunas circunstancias que en otras? Che,
vos que sos psicólogo, ¿Por qué las personas (siempre la pregunta viene en
términos universales, Las personas, Las mujeres, Los adolescentes) siempre que
sucede tal cosa, hacen tal otra?
Me fui a Cba. habiendo leído tres
o cuatros libros enteros, es decir, a los 18 años era semianalfabeto, y me
encuentro en un aula atestada de alumnos y un tipo flaquito, morocho, de vos débil que
estaba hablando de la escuela Frankfurt, de Mark, Habermas, Marcuse, Feuerbach, etc. (estaba asistiendo al honor de escuchar a Osvaldo Ardiles, luego vendrán tres o cuatro más que me impactaron de modo similar). Solo en el primer año de cursado, los nombres que había escuchado
en dos materias, Epistemología e Introducción a la Psicología, era suficiente para pensar que
no me iba a alcanzar la vida para al menos conocerlos. No me equivoque. Hoy sigo
detrás de ese ideal. Arranque tarde, muy tarde con la formación profesional. Me
entere de la existencia de la epistemología a los 18 años.
Llegue a la facultad de
psicología creyendo que la psicología era el psicoanálisis. Lamentablemente no
era así, pero pronto me calmo el conocimiento de que el ejercicio de la profesión de
psicólogo, al menos en este país, me habilitaba para ejercer la práctica
psicoanalítica, si bien es más o menos así legalmente, no es solo así desde el
psicoanálisis, Hacen falta algunas otras cosas para poder autorizarse. Beber de
la propia medicina por ejemplo es otra condición. Pero eso es otra discusión.
Siempre ejercí la práctica
privada de la profesión con una parte
importante de mi tiempo trabajando en el ámbito público. Creo que sin eso ya estaría dedicado a otra cosa hace tiempo. En su gran
mayoría mi formación es en el terreno de lo público, algo de manera privada y casi siempre autodidacta de
forma permanente. Pase por los más diversos campos dentro de la psicología,
siempre practicando la clínica psicoanalítica, al menos es lo que intento cada vez con cada paciente, y paralelamente exploré y busque dentro del campo de la
educación, la investigación, la minoridad judicializada, y lo laboral en el
universo empresarial con algunos intentos de investigación.
Hace 20 años el mundo era otro, la subjetividad
era otra. Por supuesto que no existía el uso masivo de internet, solo eso basta
para justificar lo que digo. Ya no
recuerdo como era escribir y estudiar sin internet, casi no recuerdo como era
la comunicación casi exclusivamente cuerpo a cuerpo, con las personas y los
textos.
Aprendí muy pocas cosas en este
trayecto, entre ellas, ya no idealizar a nadie y a casi nada. Me volví saludablemente ateo. Milito en la idea de combatir la nostalgia en
todos sus ámbitos de la vida cotidiana, sobre todo en estos tiempos de lógica
mercantil que ha hecho de la nostalgia su verano consumista. También aprendí
que el placer de leer y curiosear ya es irreversible, no considero una vida sin
lectura. Y así de a poco y con mucho trabajo sobre el narcisismo y tratando siempre de dejar la soberbia juvenil estructural del que cree que sabe algo.
Deben existir muy pocas
profesiones tan nobles epistemológicamente como ésta. Se puede investigar desde
los motivos que llevan a las personas a consumir de tal manera, como los
mecanismos siempre misteriosos del sufrimiento, o las mejores maneras de
desempeñarse en un puesto de trabajo, o como
periciar la conducta de alguien que ha delinquido, o investigar los puntos de
contacto y las vinculaciones entre las neurociencias y las estructuras
subjetivas. Así de amplio es el abanico. Esta profesión no debería ser apta
para aquellos que no han sido mordidos por el virus de la curiosidad.
Esta profesión se consolidó con
el retorno de la democracia, retomó el camino de muchísimos profesionales que
dieron la vida en ello en la época más siniestra de nuestra historia. Hoy estamos
viviendo días difíciles, pero la psicología como la democracia están definitivamente consolidadas.
20 años es muchísimo tiempo, los
defectos de formación se vuelven verdaderas rocas en las lecturas adultas. Podré dejar de ejercer en cualquier momento,
no amo la profesión, solo me gusta, todavía la disfruto, todavía me da herramientas
para construir diferentes lentes para bucear en la complejidad de la realidad,
para seguir combatiendo el sentido común, todavía me sorprendo en su ejercicio,
todavía me motiva la investigación, todavía puede ejercer la posición de
necesaria ignorancia ante cada paciente, todavía la experiencia no me ha
ganado. No me sale nada de taquito. Todo me cuesta. Todavía la respeto.
Hoy gracias al maravilloso invento de Internet, Villa María no es un obstáculo para estar cerca de cualquier discusión que se de en el planeta. 20 años después sigo ejerciendo en una ciudad que aprendí a amar, hoy me resulta necesaria, y el país es aquel que alguna vez soñé para tener hijos, hoy mis hijas crecen en un país mas justo y libre que aquel en el que yo crecí. Todavía ejerzo con ganas. A la salud de ustedes.
Hoy gracias al maravilloso invento de Internet, Villa María no es un obstáculo para estar cerca de cualquier discusión que se de en el planeta. 20 años después sigo ejerciendo en una ciudad que aprendí a amar, hoy me resulta necesaria, y el país es aquel que alguna vez soñé para tener hijos, hoy mis hijas crecen en un país mas justo y libre que aquel en el que yo crecí. Todavía ejerzo con ganas. A la salud de ustedes.