La poesía y
el psicoanálisis se cruzan desde el nacimiento de la invención freudiana. No
hay experiencia analítica sin alguna aparición fugaz, de ese equívoco como
relámpago que rompe la cadena del sentido y pone en jaque toda defensa racional
de la cuál poco y nada, mejor dicho, nada se puede decir, como en el poema.
Del duelo
también se puede decir poco, o nada como el que duela. Los teóricos del duelo
romántico dijeron mucho, demasiado, hasta que vinieron algunos con la tragedia
en sus manos y hablaron de la muerte seca, a pura pérdida. El poema y el
análisis. Dos experiencias al borde del sentido.
Llevar la muerte en brazos ¿Cómo cargar con el oxímoron nacer muerta? Gelman
dice; Lo que termina sin empezar es una flor
que se apagó y reabre sus pétalos sin canto.
Algunas pistas.
La
inutilidad de escucharse hablar en un diván, Leer Erótica del duelo en tiempos
de muerte seca de Allouch y Leer este poema.
JUAN
GELMAN
XXXIX
Lo que
termina sin empezar es una flor que se apagó y reabre sus pétalos sin canto. El
tamaño del tiempo pasa a su lado sin mirar, ni la toca. Los teóricos del duelo
romántico tienen virtudes comidas por la lógica/alternan/pasan de la rama que
tiembla en el pico de un pájaro a echar a la basura sus fantasmas. La pérdida
admira esa voluntad del nunca fue, ahoga a más de un astro en sus combinaciones
secas. Son caminos prestados al incómodo de sí entre la tierra y el cosmos que
cierto día finirá.
A Jean
Allouch