martes, 13 de abril de 2010

SOBRE EL CAFÉ TEMÁTICO.

Una experiencia de horizantalidad y tolerancia

La experiencia del café temático de los viernes, sigue dando que hablar, y escribir. Es una práctica a la que no nos animamos a tocarla demasiado por miedo a que se rompa, tiene la fragilidad de los momentos de libertad, o lo que uno cree a veces sobre la libertad. Nos gusta engañarnos con esa sensación. Con esa imposibilidad.
El café, todavía es una modalidad de conversación en la que nadie sale con ningún rédito, todos pierden. Los dueños del bar, arriesgan el espacio, las mesas y sillas, que pueden ser ocupadas por otros comensales con consumos más abultados, que unos simples cafés y cortados. Los que participan del café, salen perdiendo y perdidos en sus palabras, nadie anota nada, nadie graba nada. Nadie filma, no hay registro más que la experiencia. Entonces nadie se lleva nada para retocar, corregir, solo las palabras que le resuenan a cada uno. Y eso es una pérdida.
Pero perder, no tiene necesariamente una connotación negativa. Quizás sea una forma de pérdida, otra, como las charlas de esquina en la adolescencia, cuando había tiempo, todo el tiempo de las noches y las siestas y ninguna responsabilidad, ¿que otra cosa es la adolescencia, para el que tiene el privilegio de atravesarla? Atravesar ese invento de las clasificaciones del poder Psí.
Tampoco perder, tiene que tener ese aire romántico, de perder y gozar con eso, me refiero quizás, a perder en el sentido más humano, más profundo. Solo crecemos cuando dejamos algo, cuando perdemos. Cuando algo nuestro se va, a veces con otros. Aprender a dejar, cuesta vida, toda la vida. Por eso duele. Por eso cuando algo produce alguna forma de placer o bienestar, inmediatamente se intenta hacer serie al infinito, hasta saturar la experiencia. ¿Algo sale bien? Ahí está la industria, el mercado, nosotros, intentando universalizarlo. Los más progres pueden decir socializar la experiencia. Los más prácticos vendiendo la fórmula. Formulando recetas.
En esta breve experiencia, ya han pasado un centenar de personas, de las más diversas formas de vivir y pensar la existencia. Se ha conversado sobre el amor, la lógica de mercados y el arte, la muerte, la ciencia, lo sobrenatural. Es decir, las mismas preguntas de siempre, desde que pisamos este insignificante planeta, y la naturaleza nos interpeló, nos pasamos todas las vidas intentando respondernos las mismas preguntas. Y solo logramos más preguntas. A veces mas vacío, pero con la bulimia del sentido.
Mayormente se escucha que los jóvenes no tienen muchas alternativas de expresión, que están a la deriva en un mundo cada vez más devastado por un universo de imágenes y drogas que los expulsan al delito. Esa y tantas falacias del sentido común quedan desestimadas con solo moverse un poco, mirar un poquito más allá, apenas.
¿Y los adultos? ¿Tienen muchas alternativas, más allá de la narcotizarte tv, más letal que cualquier estupefaciente berreta que consumen los pibes en las calles? Si tienen. Muchas. Nosotros ofrecemos humildemente el espacio del café temático de los viernes. Una experiencia, pequeña, pero pretenciosa, ejercer la práctica de la conversación, sobre algunos temas que a veces nos interrogan, nos inquietan, nos despierta curiosidad, etc. Con muy pocas consignas, entre ellas, la tolerancia a la diferencia, uno de los requisitos básicos del intercambio de ideas, si en el otro no existe la posibilidad de interrogarme, no es intercambio, es imposición y diálogo de sordos.
Todavía no sabemos porque funciona tan bien. Sospechamos de algunas cosas, entre ellas, la práctica de la tolerancia, y la horizontalidad. Eso no significa para nada, que todo lo que se dice tiene el mismo valor epistemológico y cada cosa se confunde con todo y así todo da igual, no. La horizontalidad en el ejercicio de la opinión o pregunta, significa, entre tantas cosas, que tiene el mismo valor y derecho de ejercer la opinión, (y el silencio) cualquiera de los participantes, eso no le quita rigor al diálogo y el intercambio, al contrario, creemos que lo enriquece. Nunca podemos saber de antemano, a qué lugar va a derivar la conversación, de eso modo, surge, como en una práctica analítica, algo que a veces nos encuentra incautos, y nos empuja a la reflexión y el análisis, que cada uno, en la soledad de su vida, aprovechara a su modo.
Ah! pensaba en estas cosas, porque mi hija más chica, hoy cumple 4 años. Si hay algo que tiene que ver con la diferencia y la tolerancia, ¿es un hijo no? A veces las miro y deseo profundamente que no crezcan. Pero de a poco, pierdo, y me consuelo con la idea de que le mundo que les toca vivir es mucho mejor que el mío. De eso tengo certeza. Sepan Disculpar.

12 de Abril de 2010

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